domingo, 5 de julio de 2009

Paris, Paris...y el estrès: consecuencia de un sistema

La llegada a la capital francesa, despuès de tantos meses sin verla (siendo francesa), es sin duda impresionante. El ritmo de vida que la gente tiene es algo poco común a otras capitales europeas, a parte de Londres.
Pasar de Barajas al Charles de Gaulle es pasar de una realidad a otra. De cierta forma se puede decir que se siente un ambiente muy diferente al que uno puede sentir al llegar a Madrid. Hasta las señoras de la limpieza en Barajas parecen "felices" mientras que en el aeropuerto francés todo es como más "soso", casi sin gusto a la vida.
Claro que todo depende de como cada uno vea las cosas, pero es casi seguro que todos los que hayan pasado por Paris no se hayan asombrado con tantísimo estrés y tantísima tristeza en los metros de la vieja capital. Uno puede olvidarse de una realidad que fue suya hace tan solo unos meses y al regresar, sin embargo, se sorprenda de todo aquello.
Observando a los parisinos en el RER (el cercanías), más tarde en el metro y en los pasillos, me dolío reconocer algo que nunca había querido realmente admitir: los parisinos no viven, sino que sobreviven. Por supuesto que Paris es un "monstruo" frente a Madrid, con sus 10 millones de habitantes, contando las "banlieues" (las afueras) y el centro mismo. Ir rápido, todo recto, no perder el camino.
¿Por qué todas las "mega-capitales" son así de estresantes? Hemos escojido un sistema que nos impone este ritmo de vida, que al fin y al cabo le quita todos los colores a nuestra existencia.
En el rostro de los madrileños se puede notar felicidad, tranquilidad, serenidad, miedo, preocupación y tambíen estrés. Pero en Paris parece ser que la única emoción que se pueda notar en las caras es el estrés.